La Casa Sendra es otro de las referencias arquitectónicas del modernismo que conserva Vinaroz, alzada a principios del siglo XX bajo la estética del momento. Perteneció a la familia Sendra, propietaria de una fundición de hierro y de patentes de invención, con premios en las exposiciones de París, Roma, Zaragoza, Bruselas y Barcelona, entre otras.
La industria metalúrgica tuvo especial relevancia en la economía de la ciudad, siendo muchas las familias que centraron su actividad en la explotación del hierro. La fabricación de carros, embarcaciones y navíos, así como la demanda de toneles para la actividad vitivinícola, estimularon la producción del metal, la construcción del ferrocarril en 1867 y el uso del hierro en la arquitectura, valga como ejemplo del mercado municipal, también contribuyeron a potenciar la industria siderúrgica en Vinaroz.
Este imponente edificio, situado en la plaza Jovellar, conocida como Plaza del Salvador en los años previos a la restauración, consta de planta baja y tres pisos, estructura que se repite en las construcciones modernistas de la ciudad.
Los bajos de la conocida Casa Sendra fueron modificados de manera sustancial al adaptarlos a su actual uso comercial. La fachada también fue variada parcialmente con los trabajos de restauración, en los que se eliminaron los marcos modernistas de sus ventanas y el frontón superior.
La fachada simétrica y de líneas rectas sólo es alterada en la forma por las ventanas y balcones de dinteles redondeados. El equilibrio es resaltado por azulejos y plafones dispuestos en hileras verticales delimitando la fachada. Estos aplacados aparecen también sobre las ventanas laterales.
Molduras imitando formas musicales, como arpas claves y partituras, y plafones heráldicos sobre dinteles y balcones completan la decoración vegetal del frontis amarillo. Los balcones disponen de unas barandillas de fundición de gran riqueza, con dibujos de ramilletes florales.
Todos estos elementos son recursos típicos del modernismo, un arte burgués con clara tendencia decorativa que intentaba integrar todas las artes en la arquitectura. En dirección hacia el mar, y sólo a pocos metros más adelante damos con la céntrica calle Socorro. Allí, en el número 40, nos detenemos para observar la fachada del edificio conocido como Casa del Barón de Hervés.